Empezamos por la parte estética. Las manetas de cambio-freno parecen de un grupo Shimano de los antiguos, con los cables por fuera, pero con la maneta en carbono. Pesaron 380 gramos. El cambio trasero está muy bien terminado, mezclando aluminio y carbono, con una caja corta de aluminio mecanizado muy bien conseguida. El peso, 198 gramos (igual que un Ultegra). El desviador es quizás la pieza menos conseguida, con estética un tanto antigua. Además sus 95 gramos confirman que no se ha trabajado mucho en él (un Dura-Ace de hace 10 años pesa menos).
En cuanto al tacto de las manetas está muy bien conseguido, ligeramente más pequeño que un Dura-Ace 7800 (el último con cables). Son rígidas y se adaptan bien a la mano. Me encuentro muy cómodo.
Detalle de la maneta |
Respecto a los cambios, el trasero es muy fácil de regular, con dos tornillos para fijar tope superior e inferior y un tornillo para regular la altura. Una vez regulado, llevo dos meses sin problemas. Además el cambio es potente, más tipo Campagnolo que Shimano. El delantero me dio problemas al inicio. Tiene dos tornillos de tope, como todos los desviadores, pero aún regulando perfectamente el tope superior la cadena se salía si subía de plato con fuerza. El patín interior empujaba demasiado la cadena y no conseguía encontrar el problema. Un poco de bricolaje para ampliar la distancia entre las dos partes del desviador, por donde circula la cadena, solucionó el asunto enseguida. Desplazando la parte interior unos 2 mm no ha vuelto a fallar.
En resumen, salvo los cables por fuera que le dan un toque antiguo, es un gran cambio a un precio asequible. Funciona igual que un Ultegra o un Centaur y es algo más barato, pero sobre todo, da un toque distinto a la bici.
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